sábado, 13 de enero de 2018

Canto

Tuve un amigo,
tuve un poeta
que rimaba las nubes
y el agua quieta.
(Manuel Pareja Obregón)



Por eso canto,
 para recordar la emoción del niño
que mira a sus mayores agradecido
 y obnubilado,
canto por esta senda perdida que cubre la soledad del mar,
los quejidos del monte y el dolor de los recuerdos.

Canto por este eco profundo
cuyo lamento no escucho pero llora y me asalta
en el rostro inundado por la gracia de aquellos
tocados por la caricia que hiere
prendida a la cintura de un torero enamorado,
de una bandera bordada por su Marianita ausente.

Canto para enmarcar la brisa pasajera 
del cómico ambulante,
de los iletrados que llevan en la sangre 
la poesía
de los andaluces que tocaban las palmas con espanto
cuando el Tarajal se entregaba a la muerte,
de mi pequeña calle donde sigue mi madre
aunque digan que cerraron sus ojos 
para no verme
borracho y melancólico sintiendo otra  bandera
que siempre encuentra abrigo en el pecho de los sauces
que lloran a Federico
 triste y muerto, sin sudario,
en la hondura temeraria que el levante no se lleva,
en el poema de luz que se hunde en los estanques
donde Millais se sumerge como una novia ajada
y suspira entre los mirtos mientras los sueños se detienen.



2 comentarios:

  1. Él era un continuo canto a la vida,por eso lo mataron los fanáticos de la muerte.Siempre pensé que todo crimen es injusto y bárbaro,pero ninguno como este.
    Con Federico,no sólo asesinaron a un ser humano,sino a toda una filosofía de vida,la única que podía entorpecer los planes de poder de los asesinos.Unos planes que se extienden hasta nuestros días (El Tarajal) y que,por desgracia, seguirán extendiendo sus tentáculos fríos por el mundo mientras se sigue asesinando la poesía.

    Impresionante el poema.

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    1. Tus palabras emocionadas demuestran hasta qué punto te llega nuestro poeta más universal. Quizás sepas, Joaquín, que cambié el poema y no sé si fue un paso afortunado, pero quería llenarlo de Lorca, adentrarme en su herida y en el sabor de su martirio.

      El Tarajal, además de ser el lugar donde han enterrado sus sueños muchos inmigrantes, fue el lugar más recurrente en el que fusilaban a los republicanos en Ceuta, ellos corrieron la misma suerte que Federico.

      Gracias, Joaquín, me alegra tener un amigo como tú que además de escribir bien está lleno de nobles sentimientos.

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Debo tener en cuenta lo que me dijiste algún día y no escuchar tu silencio de ahora.